Categoría: violencia-de-genero

  • Tu voz es poderosa, por eso le tienen miedo.

    Tu voz es poderosa, por eso le tienen miedo.

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    No quieren que hablemos.

    En muchos países del mundo patriarcal, las mujeres han luchado por sus derechos y los han obtenido aunque el sistema persista. Una vez conseguidos, tener esos derechos vuelve a sentirse como lo normal. Efectivamente, debería ser la realidad normal que todos los seres humanos tengan los mismos derechos según la ley y también el mismo acceso a servicios públicos, educación, y participación cívica.

    Por muy normal que parezca para las mujeres y otros grupos marginados poder participar en la vida de la misma manera que los hombres blancos, las estructuras coloniales y patriarcales insisten en perpetuar la violencia, y los derechos pueden ser arrebatados injustamente dependiendo de qué grupo de hombres inseguros acceda al poder.

    ¿Por qué los hombres que tienen el poder en la jerarquía que inventaron sienten la necesidad de legislar sobre lo que las mujeres pueden y no pueden hacer? Yo creo que todo tiene el origen en el miedo a la voz poderosa que naturalmente tienen las mujeres.

    Por ejemplo, en Irán, las mujeres sufren discriminación en la ley y en la práctica de maneras que impactan profundamente sus vidas, particularmente en el matrimonio, el divorcio y la custodia. Las leyes sobre el hiyab obligatorio han afectado todos los aspectos de la vida pública de las mujeres en Irán desde la revolución de 1979. En el Irán actual, el acceso de las mujeres al empleo, la educación, las prestaciones sociales y una atención sanitaria adecuada, incluso la simple existencia en público, depende del cumplimiento de las leyes sobre el hiyab, que se aplican rutinariamente mediante una red de normas e interpretaciones arbitrarias por parte de agentes estatales y empresas.

    Antes de 1979, existía también una Ley de Protección Familiar que posteriormente fue suspendida. La suspensión de esta ley negó a las mujeres el derecho a demandar el divorcio, otorgó automáticamente la custodia de los hijos a los hombres, prohibió a las mujeres ejercer como jueces y redujo la edad legal para contraer matrimonio de 18 a 9 años para las niñas.

    En 2022, las mujeres iraníes protestaron contra la muerte de Mahsa (Jina) Amini, quien se encontraba bajo custodia de la policía moral. Las protestas incluyeron a mujeres que desafiaron las leyes sobre el hiyab obligatorio, y fueron recibidas con una reacción violenta. Meses después, el derecho de la mujer a elegir su forma de vestir siguió siendo el centro del movimiento de la protesta.

    En Afganistán, los talibanes también han estado despojando cada vez más de sus derechos a las mujeres. Recientemente, promulgaron una nueva ley que les prohíbe cantar en público. También les prohíben leer, recitar poesía e incluso reír. Esta nueva ley establece que si una mujer está fuera de su hogar, su voz no debe ser escuchada.

    La ley otorga al Viceministerio de Propagación de la Virtud y Prevención (la policía moral de los talibanes) plena autoridad para aplicar un código de conducta a todos los ciudadanos afganos, que afecta tanto a hombres como a mujeres.

    ¿Quizás eso significa que Estados Unidos debería intervenir y salvar a las mujeres de regímenes opresivos? Para nada.Estados Unidos siempre ha usado el pretexto de las violaciones de derechos humanos en otros países como excusa para entrar y presentarse como héroe, cuando en realidad sus intenciones son sistemáticamente la extracción de recursos y la dominación económica.Además, los derechos de las mujeres en Estados Unidos tampoco están a salvo. Una verdad que se ha vuelto evidente con leyes que restringen las libertades reproductivas e incluso con algunos políticos que hablan de quitarlas del derecho al voto. En los Estados Unidos ni cuentan oficialmente los femicidios, así tan poco importan las vidas de las mujeres allí. Dudo que Estados Unidos se preocupe más por las mujeres en Afganistán que por las mujeres en su país, lo cual no es en absoluto. O solo como contenedores para la reproducción.

    En todo el mundo, el 40% de los países limitan el derecho de las mujeres a la propiedad. Veintiocho países carecen de legislación para abordar la violencia doméstica. El 30% de los países aún restringen la libertad de movimiento de las mujeres, y dieciséis países no consideran que el testimonio de las mujeres tenga el mismo peso probatorio en los tribunales que el de los hombres.

    Afganistán, bajo el régimen talibán, es uno de los países con las restricciones más opresivas para las mujeres, pero no siempre ha sido así. Lo mismo ocurre en Irán.

    De hecho, las mujeres (y todos los demás grupos marginados) de todo el mundo siguen luchando por obtener derechos y vivir con una mayor libertad de movimiento, acceso y participación, solo para volver a estar decepcionadas cuando sus derechos están arrebatados de nuevo a medida que el poder cambia de manos dentro de los mismos sistemas patriarcales.

    Así nos queda claro que bajo el sistema actual, no tenemos derechos de verdad, tenemos solo privilegios temporales.

    Desde que los talibanes han reforzado su control sobre las mujeres y toda la población de Afganistán, los problemas de salud mental se han intensificado, con un drástico aumento de las tasas de suicidio.

    ¿De qué sirven las leyes si hacen que la población quiera morir? ¿De qué sirven las normas si privan a la gente de todo lo bueno y obligan a los miembros de la sociedad a la soledad y la depresión? ¿Qué sentido tiene una sociedad si no es ser una forma colaborativa y solidaria de existir como seres humanos?

    Hay quienes argumentan que el patriarcado es natural. (También argumentan que la colonización es natural. Que la esclavitud fue buena para los esclavizados.)Si el patriarcado fuera natural, no tendrían que prohibir nuestras voces, nuestras canciones, nuestra risa y nuestra alegría.Si fuera natural, no tendrían que golpearnos, quemarnos ni manipularnos para que nos sometiéramos. No nos habrían operado el cerebro cuando mostramos emociones u opiniones. No limitarían nuestro movimiento. No tendrían que robarnos nuestras ideas e inventos y venderlos como propios. No intentarían controlar nuestras decisiones sobre cuándo, cómo y con quién nos reproducimos. No verían la violación como una estrategia de guerra. No temerían nuestra capacidad de educarnos. No intentarían engañarnos haciéndonos creer que somos indefensas, estúpidas o ineptas.

    El patriarcado no es el orden natural solo porque los hombres tengan más masa muscular o cualquier otra razón que usen para convencernos.

    La supremacía no es natural. El sistema que promueve la supremacía no funciona para la mayor parte de la humanidad.

    Durante miles de años, los sistemas patriarcales han oprimido a las mujeres, las estructuras coloniales han oprimido a los pueblos indígenas, las religiones fundamentalistas han oprimido a las personas LGTBIQ+, a las personas queer y a las mujeres. En general, estos sistemas violentos colaboran entre ellos como fuerzas opresivas.

    Sin embargo, donde ha habido opresión, ha habido resistencia.

    La resistencia comienza en nuestras mentes.

    Cada vez que a las mujeres se les prohíbe hacer algo o participar en algo, debemos empezar con una pregunta: ¿por qué?

    Las mujeres tienen el poder de crear vida y los hombres temen ese poder. Nuestras voces e historias tienen poder. Nos liberan y nos conectan con quienes nos rodean. Nuestras canciones y poemas tienen poder. Nuestra risa tiene poder. En cada uno de ellos reside nuestra capacidad de creación.

    Si no fuera tan rabioso y devastador, sería casi ridículo ver a los hombres intentar arrebatarnos este poder. En cambio, los vemos torpemente intentando crear sociedades, los vemos librar guerra tras guerra, y nos vemos a nosotras mismas siendo las víctimas de sus débiles intentos.

    Hay muchas maneras de resistir y muchos roles dentro de los movimientos de resistencia. La resistencia funciona mejor si es creativa, estratégica, satírica, absurda y divertida.

    Quienes usarían la violencia como forma de control odian que nos divirtamos.

    En Afganistán, las mujeres afganas han estado cantando esta canción y otras, y publicando videos en redes sociales.

    Aquí estamos, las mujeres, el mundo,

    Cantando libertad como un pájaro.

    ¡Levántense, mi gente!

    ¡Levántate, amiga mía!

    Sus botas pueden posarse sobre mi cuello.

    O sus puños en mi cara.

    Pero con nuestra intensa luz interior

    Lucharé hasta el final.

    En Irán, las mujeres se alzan contra la vestimenta obligatoria.

    En Corea, y ahora en otros lugares, las mujeres están iniciando el modelo 4B, donde se niegan a tener relaciones, matrimonio, citas y tener hijos con hombres.

    El 8 de marzo, el 25 de noviembre y tantos otros días, las mujeres de todos los países se reúnen para marchar y expresarse.

    En todo el mundo, las personas oprimidas resisten. Porque ellas, nosotras y todos los seres humanos no estamos destinados a vivir bajo el control violento de ningún otro ser humano. Y ninguna de nosotras será verdaderamente libre hasta que todas lo seamos.

    Por eso debemos seguir creando arte y escribiendo poesía. Debemos seguir marchando, gritando y lamentándonos por nuestras hermanas que hemos perdido a causa de la violencia masculina. Debemos seguir cantando. Compartiendo nuestras historias. Transmitiendo nuestras recetas y nuestra sabiduría a nuestras hijas. Riendo y bailando. Por eso debemos seguir hablando.

    _______________________

    1 Se practicaban lobotomías a mujeres como supuesto tratamiento para la histeria.

    2 A lo largo de la historia, los hombres han robado los inventos de las mujeres, y les han atribuido sus ideas y su trabajo.

    3 Los lugares con leyes estrictas sobre el aborto también tienen menos servicios de atención para mujeres y niños.

    4 La violación no es sólo una acción de soldados rebeldes, sino una estrategia de guerra.

    Sobre la autora

    Amy es facilitadora de defensa personal, certificado de Nivel 1 por ESD Global en 2018. Vive en Playa Samara donde facilita clases, cursos, y talleres de defensa personal. Amy también es escritora, editora, e instructora de yoga. Le gusta bailar, caminar en la playa con su perrita, reírse con amigas y combatir el patriarcado con sus palabras escritas.

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  • Sobre la epidemia de soledad masculina

    Sobre la epidemia de soledad masculina

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    En los últimos meses, ha habido mucha atención mediática y comentarios en torno a lo que se ha definido como una “epidemia de soledad masculina”.

    Ahora bien, si tomamos la definición técnica del término, eso significaría que los hombres se están contagiando entre ellos rápidamente de su soledad. Aunque no creo que esa sea la intención detrás del uso de la palabra, puede que sea técnicamente cierto. Por mucho que a la sociedad le encantaría culpar a las mujeres, la realidad puede ser más fiel al término: que los hombres están socializándose entre ellos —o antisocializándose entre ellos— en su aislamiento.

    En realidad, lo que se denomina (a través de un lente mediático patriarcal) como la epidemia de soledad masculina, es en verdad una epidemia de violencia masculina.

    O tal vez, la soledad generalizada es una consecuencia directa, o la evolución, de un problema social profundamente arraigado: la epidemia de violencia masculina. Esta epidemia de violencia es mucho más letal y contagiosa que su resultado inevitable para los hombres: sentirse solos cuando sus comportamientos violentos los alejaron, en lugar de acercarlos, a la conexión.

    Es cierto que las tasas de suicidio son más altas en hombres que en mujeres. También hay mucha investigación que muestra lo perjudicial que puede ser la soledad para nuestra salud general como seres humanos. Es importante reconocer estos hechos porque el objetivo no es minimizar los riesgos de la soledad ni el bienestar mental y emocional de los hombres.

    El punto es que la situación social de soledad colectiva masculina es en realidad el resultado directo de la violencia colectiva masculina, la cual ha estado presente en la sociedad durante miles de años y es mucho más propensa a propagarse que la soledad. En los últimos años, se ha convertido en una epidemia transmitida por pódcast. Antes de eso, el patógeno se propagaba a través de conversaciones en vestuarios y las típicas excusas de “los chicos son así”.

    ¿Soledad masculina causada por la violencia masculina? No debería ser tan difícil de entender, pero desglosémoslo.

    Para empezar, a un nivel fundamental, tal vez algunos hombres no estarían solos si no hubieran matado a sus parejas o familias. A nivel mundial, alrededor de 50,000 mujeres al año son asesinadas por sus parejas íntimas, exparejas o miembros de la familia. Me pregunto si esos 50,000 hombres se cuentan dentro de la epidemia de soledad masculina.

    Pero más allá de eso, es bastante fácil entender cómo la experiencia colectiva de la soledad masculina es, en realidad, la evolución obvia de la violencia patriarcal.

    La violencia masculina siempre ha sido normalizada en un mundo patriarcal. En sociedades donde los hombres tenían el poder de definir la realidad, la definieron para apoyar y justificar sus propios comportamientos. Así, sus malas conductas podían fácilmente ser etiquetadas como normales… por ellos mismos. Por tanto, la violencia fue normalizada y las mujeres condicionadas a tolerarla, y en un mundo donde las mujeres dependían de su relación con los hombres para sobrevivir literalmente, estaban obligadas a tolerarla. Si tu esposo te golpea, pero no tienes opción legal de divorcio, ni derecho a tener una cuenta bancaria, ni posibilidad de vivir sola o volver con tu familia, ¿qué más puedes hacer que tolerar los golpes?

    Entre las mujeres, también socializadas bajo condiciones patriarcales, hay distintos niveles de misoginia internalizada, diferentes grados en los que hemosnormalizado nuestra propia opresión, romantizando la dominación masculina sobre nosotras, e interiorizado el abuso como amor. No todas las mujeres, claro. Algunas hemos luchado con fuerza para deconstruir lo que significa vivir y amar, e incluso —me atrevo a decir— reír en la cara del patriarcado.

    Durante mucho tiempo, mientras la violencia masculina era normalizada por los hombres en un mundo dominado por ellos, y sus malos comportamientos eran absorbidos por las mujeres, los hombres seguían manteniendo relaciones con mujeres. Incluso si odiaban a sus parejas, por lo general seguían teniendo una esposa a la que volver, e hijos también. Si sus matrimonios carecían de amor y estaban construidos sobre dinámicas de poder desiguales, los hombres aún podían encontrar amor y afecto fuera del matrimonio —generalmente, sin consecuencias. ¿Qué podía hacer una esposa sin cuenta bancaria? (Desde luego, no reaccionar emocionalmente —eso podría llevar a una mujer a ser institucionalizada o lobotomizada en ciertas épocas).

    De hecho, la institución del matrimonio era, en muchas culturas, más una alianza política y social que una unión por amor. El amor quedaba para lo extramarital. Los hombres no estaban solos, porque tenían esposas en casa obligadas por las condiciones sociales a cuidarlos y a criar a su descendencia, y también tenían amantes fuera del hogar.

    Además, se tenían entre ellos para validar la justicia de esas condiciones sociales. Los hombres tenían espacio público. ¿Con quién se encontraban allí? Con otros hombres cuyas esposas miserables también estaban en casa.Tenían amigos. Esposas para los servicios, amantes para el placer, y espacio público para socializar…tal como lo diseñaron.

    Después de siglos de quemas, ahogamientos, lobotomías, feminicidios y generaciones de gaslighting cultural para convencernos de que estamos locas por tener necesidades, histéricas por sentir emociones, no lo suficientemente inteligentes para estudiar, no lo suficientemente fuertes para ciertos trabajos o para subirnos a un tren porque se nos iba a salir el útero o lo que sea, las mujeres luchamos por tener acceso a los espacios y servicios que los hombres nos habían negado: educación, trabajo (un triunfo para el capitalismo), cuentas bancarias, propiedad, cargos políticos, el derecho a no ser violadas por nuestros maridos, entre otros. Es decir, todavía nos violan, pero ahora podemos presentar una denuncia. Probablemente, no pase nada más allá de nuestra propia retraumatización a manos de un policía o juez hombre, pero hay un acuerdo social de que los hombres nodeberíanviolar. Aunque los “machos alfa” de los pódcast traten de convencernos de lo contrario.

    (Si toda esta sumisión y servidumbre viniera naturalmente a las mujeres, probablemente no habría habido tantas cazas de brujas, lobotomías ni olas de feminismo. Si fuera natural para nosotras someternos a los hombres y quedarnos calladas, la cultura de los pódcast alfa ni siquiera existiría. ¿A quién están tratando de convencer de nuestra sumisión?)

    Y entonces llegó cierto grado de liberación económica para las mujeres, y con los anticonceptivos, algo de control sobre nuestros hábitos reproductivos (ambos triunfos del capitalismo, al menos), y de repente —en términos evolutivos…

    Las mujeres ya no dependíamos de nuestra relación con los hombres para sobrevivir en la realidad que ellos crearon.

    Con acceso al espacio público, a la educación, al mercado laboral, a cuentas bancarias propias y la posibilidad de alquilar o tener propiedades, ya no teníamos que tolerar el abuso dentro de nuestras relaciones. Aún ocurre, por supuesto: el condicionamiento social no se deshace tan fácilmente. Pero a medida que las mujeres salimos del aislamiento de nuestras casas, cortamos las cadenas que nos ataban a la estufa, comenzamos a hablar con otras mujeres y nos dimos cuenta de que sí podíamos sobrevivir sin relaciones que nos hacían odiarnos a nosotras mismas,muchas empezamos a diseñar vidas que no giraban en torno a nuestra relación con los hombres.

    Muchas mujeres aún quieren estar con hombres, aún desean parejas, familias, romance y amor, pero sus expectativas y necesidades han subido de nivel. Y, si leemos los comentarios en prácticamente cualquier publicación de redes sociales, parecería que los hombres no.

    La violencia masculina ha alejado a las mujeres de ellos. Esto no es un fracaso de las mujeres. No es que hayamos fallado en someternos o en ser femeninas. No es que estemos “demasiado en nuestra energía masculina” ni ningún otro discurso de gaslighting, ya sea sacado de la píldora roja o de tonterías pseudo espirituales de la nueva era. Cuando luchamos y conseguimos acceso a nuestros propios recursos, comenzamos a evitar la violencia masculina. Y los hombres se enfadaron por eso. Y cuanto más enfadados, más violentos. Y cuanto más violentos, más los evitamos.

    Y ahí entra… la epidemia de soledad masculina.

    Si tratas con violencia a las personas a tu alrededor, no querrán estar contigo. Parece tan básico, y, sin embargo…

    Como con cualquier tema, hay más matices y complejidad de lo que una afirmación general puede abarcar, así que esto no significa quesolola violencia cause la soledad.

    La soledad proviene de la falta de conexión. La violencia crea desconexión.

    No puedo hablar por ellas, pero puedo imaginarlo. Puedo imaginar que las mujeres de generaciones pasadas, aisladas en sus casas, atrapadas en matrimonios abusivos, sin oportunidad económica para salir, en matrimonios sin amor, donde sus maridos podían buscar amor extramatrimonial… puedo imaginar que todas esas mujeres también se sentían solas.

    Ningún medio de comunicación hablaba de esa soledad. Apenas conseguimos que reporten cuando nuestras parejas nos asesinan. (Cabe mencionar que cuandosíhay atención mediática por un feminicidio, siempre se trata de una mujer joven, blanca y convencionalmente atractiva, mientras que mujeres indígenas, negras y latinas son asesinadas y desaparecen a tasas mucho más altas).

    A nivel global, los hombres asesinan a 137 mujeres al día. Pero en realidad, probablemente son más.

    Una de cada tres mujeres ha sido o será abusada o agredida sexualmente por un hombre. Pero en realidad, probablemente son más.

    Y esto ni siquiera es un problema únicamente de género. La violencia masculina no solo va dirigida a mujeres. Cuando los hombres y niños son víctimas de violencia, generalmente también es a manos de otros hombres.

    ¿Cuántas mujeres han sido asesinadas, ahogadas, quemadas en la hoguera, violadas, lobotomizadas? ¿Cuántas han visto su trabajo robado y acreditado a algún hombre?

    ¿Cuántas han vivido vidas enteras sin haber consentido nada de ello?

    ¿Crees que las mujeres no han estado solas? Por supuesto que sí. Pero no nos entrevistaron en elWashington Postni nada por el estilo.

    Nosotras conseguimos gatos. Y brunch. Y terapia. Pilates y pelotones. Clubes de lectura y círculos de luna y Taylor Swift. Nos reunimos con las chicas, los gays y les “theys”. (Porque, resulta que ¡puedes ser amiga de cualquier ser humano que te caiga bien y a quien tú le caigas bien! ¡Es increíble!)

    Y los hombres lo odiaron. Nos dicen que vamos a morir solas con nuestros gatos y luego se quejan de estar solos.

    ¿Quieren que muramos solas? ¿O quieren que estemos con ellos?

    Es un poco confuso, la verdad, chicos.

    Cuando por fin salimos de nuestras casas y entramos a la vida pública, cuando dejamos de creer las narrativas de que otras mujeres eran nuestras mayores enemigas y empezamos a confiar y construir relaciones significativas entre nosotras, comenzamos a crear conexión. Y esa conexión no dependía de tener una pareja masculina. Esto no quiere decir que muchas mujeres no sigan deseando una pareja masculina, o conexión con hombres —pero muchas estamos cansadas de lidiar con el riesgo de violencia que eso conlleva. Y parece que, en lugar de volverse menos violentos, los hombres se están volviendo más solitarios.

    Pero aquí está el detalle: ¡no todos los hombres están solos! Algunos hombres aman a sus esposas. Algunos hacen amigos con otros hombres, ¡e incluso con mujeres! Algunos van a terapia. Algunos están dispuestos a deconstruir el condicionamiento que ha normalizado sus comportamientos violentos.

    Y si no están dispuestos a hacer el trabajo necesario para construir conexión en sus vidas… quizás deberían conseguir un gato.

    La soledad es parte de la condición humana. Momentos fugaces o agudos de soledad son emociones humanas normales.

    Creo que todas las personas podemos relacionarnos con el sentimiento de soledad. Así como estamos hechos para sentir conexión, creo que también estamos hechos para sentir soledad. Como todas las emociones que nos muestran algo, la soledad nos muestra (si lo permitimos) dónde necesitamos construir o crear conexión, o qué conexiones debemos soltar porque no son saludables.

    La soledad crónica, a largo plazo, es perjudicial para la salud. Somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros. Sabemos que la soledad conlleva malos resultados de salud y disminución de la longevidad.

    También sabemos que la violencia masculina causa directamente muchas muertes cada año: 50,000 mujeres. Más todos los hombres que son asesinados por otros hombres. Más todas las guerras y genocidios dirigidos por hombres.

    Antes de abordar la soledad, debemos tomarnos en serio la violencia masculina, porque la soledad es producto de la desconexión, y es imposible conectar a través de la violencia.

    Sobre la autora

    Amy es facilitadora de defensa personal, certificado de Nivel 1 por ESD Global en 2018. Vive en Playa Samara donde facilita clases, cursos, y talleres de defensa personal. Amy también es escritora, editora, e instructora de yoga. Le gusta bailar, caminar en la playa con su perrita, reírse con amigas y combatir el patriarcado con sus palabras escritas.

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    Sobre Mujeres Fuertes Autodefensa

    Mujeres Fuertes es un proyecto de autodefensa apoyando a todas las personas a vivir una vida libre de miedo y llena de confianza.

  • La violencia es violencia, y punto.

    La violencia es violencia, y punto.

    violencia patriarcal, mujeres fuertes autodefensa

    No nacimos para sufrir.

    El fin de semana del 14 de febrero, fui a ver una obra de teatro con mis amigos; pero para mi sorpresa, la obra me incomodó muchísimo, por su temática. A lo largo de toda la obra, las mujeres les gritaban a sus esposos, los minimizaban o se burlaban de ellos. Y algunas personas del público se reían de eso, lo que me angustiaba aún más.

    Al finalizar el evento, el director de la obra (un amigo mío muy querido) se acercó a mí, me tomó de las manos y con gran cariño y expectativa me preguntó:¿qué te pareció? ¿te gustó?

    Es un tema bien complejo y rudo para mí, el de la violencia,le respondí.

    De niña crecí viendo como mi madre hacía mofa continua de mi padre, lo descalificaba, lo minimizaba y a sus espaldas hablaba mal de él y de los hombres en general. Por otro lado, siempre vi un esposo y padre cariñoso, respetuoso, leal y con un corazón noble; pero que nunca supo defenderse así mismo ni a los demás, un hombre inseguro, sumiso, frágil, temeroso y que siempre hacía lo que mi madre decía y quería.

    En el discurso de mi madre siempre logré percibir su sentimiento de superioridad, grandeza y un “empoderamiento” muy violento. Además, de constantes palabras hirientes, control, frialdad, manipulación y autoritarismo hacia las personas que vivíamos con ella. En el área verbal, emocional y físico era sumamente agresiva, explosiva y violenta. Recuerdo una vez que llegó a casa y me contó que cacheteó a una vecina y no lo contaba con arrepentimiento.

    Toda la vida sentí muchísima impotencia y me dolía de gran manera ver a dos adultos (mis padres) tan frustrados, heridos y con roles tan normalizados.Ni el agresor ni el agredido son libres, ninguna postura es sana ni es natural.No nacimos para venir a esta vida a sufrir ni a llevar una cruz autoimpuesta, tampoco para quejarnos día con día de nuestra realidad, mucho menos aún, para morir como “mártires” (personas que sufren y mueren luego de mucha tortura por permanecer firme en sus creencias y convicciones).

    Hoy cuento esto y alzo la voz porque conozco muchísimos hombres violentados, humillados y con miedo de relacionarse con mujeres.

    La violencia no tiene una única vía, no podemos perder de vista que violencia es violencia y para ninguna dirección debe de ser aceptada ni tolerada.

    Recordemos que nuestra libertad llega donde empieza la libertad de la otra persona.

    Salir de un círculo de violencia es bien complejo, más no imposible. Sé que muchas veces se normaliza la violencia como forma de adaptación o sobrevivencia, otras veces se desea con todas las fuerzas salir de ahí, pero no se cuenta con los recursos necesarios para vivir de manera independiente o no hay seguridad de que alcancen y esto genera un miedo tan paralizante que puede durar años.

    Pero si hoy en día estás viviendo violencia, humillación, tristeza extrema, desesperación, desesperanza o alguna otra quiero decirte que no naciste para sufrir,no mereces permanecer ahí, mereces toda la felicidad, plenitud y alegría de la vida.

    Siempre hay otro opción, aunque nos cueste verla o tomar las fuerzas necesarias para dar ese salto al vacío. ¡Siempre hay otra opción!

    Algunos recursos de apoyo que te puedo recomendar:

    • Libros:Mi niño interiorde Matilde Garvich,Mujer Holísticade María José FlaquéDe regreso al hogarde María José Flaqué yLa maestría del amorde Miguel Ruiz.
    • Podcast:Walter riso,Despertando,psicología al desnudo yLa magia del caos
    • YouTube:La magia del caos,Julio sin filtro,Gaby Vargas,Nilda Chiaraviglio
    • Apoyo psicológico:María por zoom ya que es de España: (34) 6898-3170 oPatricia presencial o virtual: 8815-7907 oÁlvaro presencial: 8349-8466Método Peniel, para sanar heridas de la infancia: (506) 8491-9155

    Libros:

    • Mi niño interiorde Matilde Garvich,
    • Mujer Holísticade María José Flaqué
    • De regreso al hogarde María José Flaqué y
    • La maestría del amorde Miguel Ruiz.

    Mi niño interiorde Matilde Garvich,

    Mujer Holísticade María José Flaqué

    De regreso al hogarde María José Flaqué y

    La maestría del amorde Miguel Ruiz.

    Podcast:

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    • Despertando,
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    • La magia del caos

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    Gaby Vargas,

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    Apoyo psicológico:

    • María por zoom ya que es de España: (34) 6898-3170 o
    • Patricia presencial o virtual: 8815-7907 o
    • Álvaro presencial: 8349-8466
    • Método Peniel, para sanar heridas de la infancia: (506) 8491-9155

    María por zoom ya que es de España: (34) 6898-3170 o

    Patricia presencial o virtual: 8815-7907 o

    Álvaro presencial: 8349-8466

    Método Peniel, para sanar heridas de la infancia: (506) 8491-9155

    Autora: Anonima

    Fotos: Retiro Free to Be, 2021

    Sobre Mujeres Fuertes Autodefensa

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  • ¿Qué significa “la interseccionalidad”?

    ¿Qué significa “la interseccionalidad”?

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    Conociendo la comunidad Trans en Costa Rica

    Mi experiencia al integrarme con la comunidad trans en Costa Rica fue un verdadero abrir de ojos. Durante un tiempo, tuve la oportunidad de ser parte de un espacio donde las mujeres trans compartieron sus historias, luchas y vivencias. Fue un proceso que me tocó el alma, al escuchar relatos cargados de lucha y dolor, pero también de resistencia y hermandad.

    Me dolió profundamente ver cómo, simplemente por existir y no encajar con el modelo hegemónico de lo “normal”, ellas enfrentan un nivel de estigmatización y odio desmedido.

    La comunidad trans en Costa Rica enfrenta una red compleja de desafíos que se entrelazan: identidad de género, edad, migración y trabajo sexual, por mencionar algunos. Cada uno de estos factores no actúa de forma aislada, sino que amplifica los obstáculos que ellas encuentran en su camino hacia una vida digna. En este contexto, organizaciones como Transvida emergen entre todo lo negativo, brindando apoyo y creando espacios seguros que son tan urgentemente necesarios.

    Comunidad: Un sistema de lazos sociales que empoderan y generan poder colectivo.

    Según Moritsugu et al. (2019), la comunidad no es solo un lugar físico o un grupo de personas, sino

    Y esa fue la esencia que pude sentir al conocer a estas mujeres: una comunidad que, a pesar de la exclusión sistemática, encuentra maneras desobrevivir, resistir y apoyarse mutuamente.

    Durante mi tiempo allí, me conmovió especialmente la realidad de las mujeres trans adultas mayores. Ellas no sólo enfrentan discriminación por su identidad de género, sino también por su edad, lo que limita aún más su acceso a servicios de salud y oportunidades laborales. Algunas de ellas, que ya han vivido una vida llena de luchas, encuentran en Transvida no solo un espacio para hablar y ser escuchadas, sino un lugar donde pueden sentirse valoradas y comprendidas.

    Otro grupo que me dejó una profunda impresión fueron lasmujeres trans migrantes; quienes enfrentan los desafíos de ser trans en un país nuevo, sumado a los retos propios de la migración. La doble carga de ser discriminadas tanto por su identidad de género como por su condición de migrantes las coloca en una situación de vulnerabilidad extrema. Escuchar sus historias me creó una mezcla de emociones, inspirada por su empoderamiento y a su vez, derrotada por su constante sufrimiento.

    La realidad del trabajo sexual entre las mujeres trans es un tema recurrente y clave. Para muchas, es de las únicas formas de sobrevivir ante la falta de opciones laborales debido a la transfobia y el estigma social. No es una elección, sino una necesidad forzada por un sistema que no les da otras oportunidades. Y aunque algunas eligen esta ruta de manera consciente, la mayoría enfrenta condiciones donde sus derechos son ignorados, violentados y sus vidas, desvalorizadas.

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    En este tiempo, aprendí que la interseccionalidad no es solo un concepto académico, sino una herramienta vital para comprender y responder a las necesidades reales y urgentes de estas mujeres.

    Me di cuenta a través de un enfoque integrador, quesolo al reconocer las múltiples capas de identidad y experiencia podemos realmente empoderarnos. Los grupos de encuentro, que tuvieron que ser suspendidos durante la pandemia, me mostraron lo crucial que es para ellas tener un espacio para ser ellas mismas sin miedo.

    Poder ser testigo de este trabajo me enseñó queel verdadero empoderamiento viene de visibilizar y validar todas las facetas de la identidad humana.

    No se trata solo de brindar apoyo emocional; es también de crear estructuras sociales que abracen la diversidad y promuevan una sociedad más inclusiva y equitativa para todas.

    En última instancia, la lucha por el bienestar de la comunidad trans en Costa Rica no es solo una cuestión de derechos humanos, sino de humanidad en sí misma.

    El cambio no comienza solo con leyes y políticas, sino con la capacidad de escuchar, de empatizar y de actuar con amor y justicia.

    Sobre la autora

    Sara Alvarez Keller, estudiante de psicología interesada en temas sociales quien está redescubriendo sus pasiones, mientras encuentra equilibrio entre el trabajo y la universidad. Amante de los libros, el café, viajar y los atardeceres.

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    Sobre Mujeres Fuertes Autodefensa

    Mujeres Fuertes es un proyecto de autodefensa apoyando a todas las personas a vivir una vida libre de miedo y llena de confianza.

  • La sororidad nos abre el camino a nuestra seguridad

    La sororidad nos abre el camino a nuestra seguridad

    Advertencia: se discuten temas de violencia sexual.

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    Aprendizaje Bonobo sobre la sororidad y la autodefensa colectiva

    Este mes, por fin sentenciaron al violador Andres Picado, a 24 años de cárcel. Fue acusado por violar entre el 2019 y 2022 a 5 mujeres extranjeras y 2 niñas, una con 13 años de edad y otra con 14, en Santa Teresa.

    Es un gran logro para las mujeres de la zona de Cóbano y Santa Teresa, específicamente, para quienes han estado buscando justicia por más de 2 años. También para las mujeres en todo el país, que han estado llamando la atención a los casos, se han organizado manifestaciones, marchas, publicaciones y más, para apoyar el proceso. Han estado trabajando por años con la esperanza de crear un pueblo más seguro para otras mujeres.

    ¿Será un ejemplo para otros agresores en la región? Esperamos que sí.

    Mientras, siento el agradecimiento colectivo, producto de la realización de justicia  que está pasando  y que se expresa en las redes. Éste agradecimiento no me llega sin el acompañamiento de otras emociones también: frustración, cansancio y una que está siempre presente, ira.

    Al leer las publicaciones de las colectivas de mujeres, pienso en tanto esfuerzo que hicieron y la energía que gastaron muchas mujeres, todo porun solo violador.

    ¿Cuántas mujeres tenían que alzar sus voces? ¿Cuántas mujeres tenían que defenderse, defender a las otras?

    Aunque en este caso por fin hemos visto alguna forma de justicia, en general el sistema no nos protege. El sistema judicial y toda la estructura legislativa fueron creados por hombres y funciona para ellos. No funciona para las mujeres ni para las otras personas marginalizadas.

    Imagínese, si requiere tanto esfuerzo de tantas personas para traer justicia contra las acciones de un solo violador, ¿cuánto esfuerzo se requiere para enfrentar la violencia patriarcal en general?

    ¿Cuántas voces tienen que gritar: “es un violador” para que nos crean?

    ¿Cuántas niñas tienen que ser violadas para que las autoridades hagan algo?

    ¿Cuántos casos similares tenemos que ver y vivir antes de que haya un cambio grande en la cultura patriarcal, la cultura que permite que los hombres sigan intentando mantener el poder sobre las mujeres?

    Me gustaría creer que éste caso será un catalizador para un cambio judicial.

    Me sigue frustrando pensar en toda la energía invertida en ésto, energía que se podía haber invertido en otros proyectos, en sueños, en vivir sus vidas. Pero por otro lado también me recuerda la fuerza y ternura que existe cuando las mujeres nos juntamos.

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    Aprendiendo de los Bonobos sobre la sororidad

    Me recuerda del Bonobo Sisterhood, un libro escrito por Diane Rosenfeld sobre la sororidad de los bonobos. Básicamente, el concepto es así: los bonobos son los primates más cercanos genéticamente a los humanos. Compartimos 97% de nuestro ADN con ellos. En la estructura social de los bonobos, no existe la violencia machista y en los casos raros en los que un macho demuestra una tendencia de violencia hacia una hembra, las demás llegan para castigarlo y expulsarlo de la tribu. Se protegen entre ellas aún si no son familiares o conocidas, y así, la violencia machista nunca tiene la oportunidad de persistir. 

    El patriarcado siempre ha mantenido su poder al convencernos y obligarnos a aislarnos en casa, con una cadena a la cocina, breteando sin parar para cuidar la familia, ahogándose en el trabajo doméstico, lejos de otras mujeres. Sin contacto con las compañeras, que son las que pueden compartir, confirmar y validar nuestras experiencias.

    Sin embargo, el mundo ha cambiado y ahora no estamos aisladas. Cada vez más conversamos de nuestras experiencias vividas, y nos vamos dando cuenta de que realmente ¡No estamos solas!, muchas veces hasta compartimos vivencias y así los abusos no son nuestros para cargar solitas sino juntas.

    En nuestro trabajo con Mujeres Fuertes, de enseñar y compartir la metodología de Autodefensa Holística, siempre hablamos de los cinco principios de defensa, uno de ellos que es “decir” o “contar.” ¿Y cómo es “decir” una forma de defensa si pasa después de un acto violento? Hablar de lo que nos pasa es una forma de sanación, nos da conexión y contención, nos acompañamos, fortalecemos la sororidad, y poder escuchar un “yo también” nos alivia. Es una gran parte de comenzar a generar un cambio cultural.

    El poder del colectivo

    Hace unos meses, conocí a una chica que llevaba poco tiempo viviendo en nuestro pueblo. Me pareció que estaba un poco triste y me contó que aún no tenía muchas amigas y su novio le había dicho que solo necesitaba a él, que no necesitaba amigas, que todas las mujeres en nuestro pueblo estaban locas.

    “Wow, que bandera roja,” le dije.

    Le dije que no solo no estamos locas, sino también estamos bien conectadas. Le conté cómo en nuestra comunidad hay mucho acuerpamiento, que las mujeres en mis círculos le cuidarían su espalda, que lucharían por ella y cualquier otra mujer, aún sin conocerla.

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    Es verdad, aquí y en muchos pueblos, las mujeres nos defendemos, nos apoyamos, nos protegemos entre nosotras, aún con mujeres que no hemos conocido. Hay colectivas oficiales y redes no oficiales de mujeres luchando por nuestra seguridad. Cuando una es violada, todas nos vemos afectadas, a todas nos duele.

    Sin saber de ellas, nos estamos organizando como las hembras de los bonobos.

    Y como ellas, para sentirnos más seguras, nos protegemos entre todas. Seguimos su ejemplo para empezar a crear una sociedad libre de violencia patriarcal.

    Que se haga justicia no debería requerir de tanto esfuerzo y energía gastada, sigamos construyendo hacia un mundo donde no tenemos que buscar justicia porque arrancamos las tendencias violentas desde la raíz. Un mundo donde expulsamos los agresores de nuestras tribus, donde nos protegemos entre todes, conscientes de lo que nos une, y donde dejamos de validar lo que nos separa.

    Sobre la autora

    Amy es facilitadora de defensa personal, certificado de Nivel 1 por ESD Global en 2018. Vive en Playa Samara donde facilita clases, cursos, y talleres de defensa personal. Amy también es escritora, editora, e instructora de yoga. Le gusta bailar, caminar en la playa con su perrita, reírse con amigas y combatir el patriarcado con sus palabras escritas.

    Amy is a Level 1 self-defense facilitator certified by ESD Global in 2018. She lives in Samara, costa Rica, where she facilitates self-defense classes, courses and workshops. Amy is also a writer, editor, and yoga instructor. She likes to dance, walk on the beach with her dog, laugh with friends, and fight the patriarchy with her written words.

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    Sobre Mujeres Fuertes Autodefensa

    Mujeres Fuertes es un proyecto de autodefensa apoyando a todas las personas a vivir una vida libre de miedo y llena de confianza.

  • 8M No Basta

    8M No Basta

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    Autora: Amy Schmidt

    ¿Por qué están marchando las mujeres?

    ¿Por qué están gritando éstas locas?

    ¿Por qué se ponen tan histéricas éstas hembras?

    ¿Por qué tanta bulla el día de 8 de marzo?

    El Día Internacional de la Mujer nació de una lucha laboral y una colaboración trans-continental de las mujeres. Hay muchas que felicitan a las mujeres en el día del 8 de marzo… y hay muchas otras que dicen que no debemos felicitar porque es un día para luchar.

    En mi humilde opinión, el día puede incluir ambas: la celebración y la lucha.Siento que no debemos solo felicitar sino también reconocer el origen de la lucha por los derechos de las mujeres la cual continúa hoy día.

    El Día Internacional de la Mujer que ya se conmemora en muchos países del mundo no surgió de un solo evento sino de varios. Había huelgas, demostraciones y manifestaciones por los derechos laborales y también reuniones internacionales de mujeres socialistas.

    La lucha siempre ha sido no solo pro-mujer sino también anti-guerra, anti-capitalismo y anti-estado patriarcal.

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    Pero ¿por qué persiste esta lucha?

    Si ya han ganado el voto y ya tienen acceso a la educación. Si ya pueden trabajar fuera de la casa y ya tienen sus cuentas bancarias, anticonceptivos y el poder de tener propiedad.

    ¿Qué más quieren éstas locas?

    Queremos ser libres y en este mundo patriarcal, no nos sentimos libres. Por esto marchamos.

    No somos libres porque nos acosan, nos violentan, nos violan y nos matan, y cuando levantamos nuestras voces para decir “no más,” nos llama histéricas, nos llaman intensas y tóxicas y locas.

    La lucha persiste porque el sistema patriarcal persiste y bajo este sistema, no solo existe desigualdad, existe demasiado violencia contra las mujeres.

    Cuando insistimos que queremos ser libres, nos dicen, “pero ya son libres,” pero la realidad es que cuando no podemos salir de nuestras casas sin exponernos al acoso, asalto o abuso, no somos libres.

    No seremos libres hasta que no haya ninguna mujer asesinada por su pareja, ex-pareja o familiar.

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    Por esto marchamos.

    No somos libres cuando las mujeres que matan a sus parejas están sentenciadas a muchos años más en la cárcel que los hombres que asesinan a sus parejas, aún que la mayoría de los casos de mujeres son casos de autodefensa y 90% de las mujeres encarceladas por homicidio fueron violentadas y abusadas por los mismos hombres que mataron.

    No somos libres cuando hay mujeres que están encarceladas por sufrir pérdidas de sus embarazos, sentenciadas por más años que los hombres que han cometido femicidios.

    No somos libres cuando no podemos contar nuestras historias sin ser juzgadas, criticadas, culpadas o acusadas por ser mentirosas.

    Seremos libres cuando podamos dejar de insistir: NO a la violencia, NO al acoso y NO al femicidio. Seremos libres cuando estemos seguras en las calles y nuestras casas.

    Seremos libres cuando no haya riesgo de ser asesinada sólo por haber nacido en un cuerpo femenino, los mismos cuerpos que dan a luz a todos los seres humanos.

    Por miles de años, hemos quedado calladas, aisladas en jaulas de abuso y oprimidas por un sistema violento. Ahora estamos en medio de un gran cambio cultural donde las mujeres en todas partes del mundo están formando redes de apoyo entre nosotras y conectando a través de nuestras historias compartidas. Nos hemos dado cuenta que aunque levantar la voz nos pone en más riesgo, ya no tenemos que quedarnos calladas.

    Tenemos los derechos que ya tenemos precisamente porque las mujeres de las generaciones pasadas tomaron las calles, levantaron sus voces y pidieron por los derechos que quisieron.

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    La lucha continúa.

    La lucha es interseccional e inclusiva y promueve visibilidad para todas las mujeres, incluso mujeres trans, porque ellas son nuestras hermanas también, y también personas no binarias.

    La lucha sigue siendo anti-guerra, anti-colonialismo, anti-estado opresor y anti-terrorismo neo-liberal.

    La lucha es pro-planeta porque si no luchamos por nuestra madre tierra también, ¿donde vamos a vivir? ¿Dónde van a vivir las generaciones del futuro?

    Todxs merecemos los mismos derechos, acceso, representación y visibilidad.

    Todxs merecemos vivir libres de la violencia aun en nuestras casas, las calles, nuestros trabajos y en los espacios públicos.

    Todxs merecemos ser y sentirnos valoradas.

    Sobre la autora

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    Amy es facilitadora de defensa personal, certificado de Nivel 1 por ESD Global en 2018. Vive en Playa Samara donde facilita clases, cursos, y talleres de defensa personal. Amy también es escritora, editora, e instructora de yoga. Le gusta bailar, caminar en la playa con su perrita, reírse con amigas y combatir el patriarcado con sus palabras escritas.

    Amy is a Level 1 self-defense facilitator certified by ESD Global in 2018. She lives in Samara, costa Rica, where she facilitates self-defense classes, courses and workshops. Amy is also a writer, editor, and yoga instructor. She likes to dance, walk on the beach with her dog, laugh with friends, and fight the patriarchy with her written words.

    Fotos usadas con permiso de Samara Empoderada.