La seguridad es un derecho humano. Tal como la soledad.
¿Viajar sola? Eso no es posible. Es muy peligroso. Las mujeres no deberían hacer eso. Nunca debes viajar sola. ¿Qué pasa si te secuestran? ¿No tienes miedo? Ve con alguien, un amigo, un compañero, idealmente un hombre.
Como mujer, he escuchado todos los argumentos posibles en contra de salir sola al mundo, que es grande y malo. Los temores y advertencias anteriores son solo la punta del iceberg.
Estas inquietudes no pretenden infundir miedo. Vienen de amigos, padres, tíos, amantes y lectores bien intencionados, personas que quieren verme sana y salva. Sin embargo, desde el principio me pareció injusto que yo tuviera que soportar la peor parte de la preocupación de mi familia mientras viajaba sola, mientras que mi hermano mayor se había ido primero sin mucho ruido. La doble moral siempre me irritó. Por supuesto que todo fue con amor, pero ese no es el punto.
¿Por qué todos se preocuparon tanto por mi seguridad y, sin embargo, nadie me sugirió que la tomara en mis propias manos?
El problema no se reduce tan fácilmente a unos pocos comentarios automáticos y fobias a viajar que son inducidas por Hollywood. Más bien el problema se evidencia en éstos consejos bien intencionadas, las cuales refuerzan un contrato social (ya obsoleto) que desalienta a las mujeres a disfrutar de las mismas libertades que disfrutan los hombres.
Hay una especie de fatalismo deprimente en descartar para siempre los viajes en solitario de las mujeres porque “el mundo es un lugar peligroso”, en vez de considerar, por un momento, que podría haber soluciones. Que pueden haber estrategias para la seguridad personal que no vengan a coartar la libertad y la aventura.
Durante la mayor parte de mis años de viajes en solitario, me las arreglé por instinto y valentía. “Fíngelo hasta que lo logres” fue mi respuesta cuando me perdí, me acosaron, me siguieron o me abordaron. Actúa como si supieras a dónde vas, como si no tuvieras miedo, como si fueras inquebrantable. La mayoría de la gente lo creerá. Eventualmente, tú también lo harás.
Y aunque esto funcionó, salí ilesa de una década de aventuras en solitario, todavía me faltaban algunas herramientas básicas no solo para mantenerme a salvo, sino también para disfrutar más de los viajes en solitario.
En 2018, sin embargo, aproveché la oportunidad de capacitarme como instructora de Autodefensa y Empoderamiento con ESD Global: una organización dedicada a la seguridad de las mujeres en todo el mundo. Al darme cuenta de que muchas mujeres anhelaban viajar solas, pero el miedo las detenía, decidí ofrecer algo más que palabras de consejo o aliento. Era el momento de las habilidades prácticas.
Desarrollado durante los últimos 50 años por practicantes de artes marciales femeninas y expertas en prevención de la violencia, ESD enseña una combinación clave de técnicas físicas y estrategias verbales para desescalar la violencia y establecer límites.
Era el eslabón perdido, una ventanilla única para mujeres que deseaban sentirse más seguras y libres en cualquier entorno. Después de casi cuatro años enseñando esta metodología en Centroamérica, puedo dar fe del poder transformador de descubrir nuestro propio fuego interior. Saber lo que nuestro cuerpo y nuestra voz pueden hacer, y confiar en que sabemos exactamente cómo usarlos, inculca y cultiva una valiosa base de confianza y autosuficiencia para las mujeres que viajan solas.
A continuación presento mis 5 estrategias favoritas para mantenerme a salvo mientras viajo, sin sacrificar un solo momento de gloria de mi aventura en solitario.
Escucha tu intuición
Con demasiada frecuencia, las mujeres internalizan el condicionamiento social de que todos los demás saben más sobre nuestros límites y nuestros cuerpos que nosotras mismas. De hecho, sabemos muy bien cuándo una situación es insegura y, por el contrario, cuándo podemos relajarnos y calmarnos.
La intuición es la voz suave que susurra en tu interior, "Sí". "No." “De esta manera, no de esa manera”. "Peligro." "Estás a salvo.” El truco es aprender a escuchar y luego confiar en esa voz. Cuando estamos condicionadas a ignorar nuestro instinto, la intuición se siente ajena y poco práctica.
De hecho, es todo lo contrario. La intuición nos advierte cuando una persona, lugar o situación es potencialmente peligrosa. Puede sentirse como opresión en el pecho o el vientre, temblores en las manos o las piernas, zumbidos en la frente o una sensación general de tensión o deseo de cerrarse. Y nos guiará para saber cuándo confiar en nuevos amigos o sumergirnos en aventuras “arriesgadas”. Eso puede sentirse como apertura en el pecho, relajación o suavidad en el vientre o la mandíbula, o una sensación general de querer acercarse. Cuanto más prestemos atención a estos signos y nos involucremos con nuestra mente intuitiva, más aguda se volverá.
Podemos practicar la escucha de nuestra intuición de pequeñas maneras: comer cuando tenemos hambre, descansar cuando estamos cansadas, cambiar de posición o respirar profundamente cuando nuestro cuerpo lo pide, y con prácticas de atención plena como el yoga, la meditación, las artes marciales o el tiempo sin prisas en la naturaleza.
Entender “la entrevista”
La entrevista es un hecho bien documentado en la violencia de género, en el que un atacante potencial "entrevista" a una víctima potencial empujando lenta y progresivamente sus límites para ver si o cuando actuará en defensa propia.
Mientras que la cultura popular nos lleva a pensar que la violencia contra las mujeres es repentina e inesperada, la mayoría de los ataques son, de hecho, lentos y premeditados.
Cada paso de la entrevista es una oportunidad para establecer un límite: te siguen en la calle o en tu camino. Comienzan a hacerte preguntas personales en el autobús o en tu campamento. Te tocan de una manera que se siente incómoda. No respetan tu "no".
A menudo esperaremos para estar "seguras" de las intenciones de una persona antes de establecer un límite estricto o expresar un "no" firme. El miedo a ofender o reaccionar de forma exagerada nos lleva a ignorar nuestras propias necesidades y nuestra propia intuición para evitar causar incomodidad. Esto es exactamente con lo que cuenta un posible atacante. Cuanto antes puedas identificar una situación de "entrevista" mientras sucede, más fácilmente podrás calmarte, hablar, escapar, buscar apoyo o mantenerte a salvo.
Usa tu voz
Sé ruidosa y asertiva, y no te disculpes. La mejor manera de detener “la entrevista” en seco es utilizar una de las armas más poderosas de nuestro arsenal: nuestra voz. Establecer límites claros y firmes puede disuadir a un posible atacante y reducir una situación potencialmente violenta antes de que comience. Tu intuición te dirá cuándo y cómo usar tu voz, ya sea estableciendo un límite con calma o gritando "NO" a todo pulmón.
Las mujeres a menudo aprenden desde una edad muy temprana a quedarse calladas, a jugar bien. Por lo tanto, se necesita práctica para superar este condicionamiento y entrenarnos para hablar cuando nos sentimos incómodas o inseguras. Sin embargo, es vital que lo hagamos. En una situación de intento de agresión, puede salvarnos la vida. (Nota: Usar la voz no se trata de pedir ayuda, aunque también podemos pedir el apoyo de los transeúntes si se siente como una opción.)
Activar la voz nos conecta con nuestro propio poder central, interrumpe la respuesta de "congelación" al peligro y también desalienta a un posible atacante).
Mantente (y quédate) alerta
Ya sea en la carretera, en el bosque o en casa en tu vecindario, la conciencia es clave para la seguridad personal. Permanecer alerta, sin necesidad de estrés o tensión, no solo nos ayuda a identificar el peligro o el riesgo mucho antes de que se convierta en una emergencia; también puede ayudarnos a orientarnos en un nuevo entorno, observar más detalles y belleza a lo largo de nuestro viaje y disfrutar de nuestra aventura con una presencia plena. A medida que dependemos cada vez más de la tecnología para la navegación y la comunicación, podemos sentir la necesidad de revisar nuestros teléfonos con frecuencia. Como viajera, lo mejor que puedes hacer es mantener la vista en alto, sin usar tu celular; lucir y actuar como si tuvieras confianza y tranquilidad, independientemente de cómo te sientas.
Mantener los hombros hacia atrás, la barbilla erguida, la mirada relajada y alerta, también tener los pies separados tiene dos propósitos: comunica al mundo exterior que tienes confianza y eres consciente (y lo estás). Y envía un mensaje a tu propio cerebro y cuerpo de que no tienes miedo de ocupar tu espacio, aumentando tu confianza en tí misma y seguridad a nivel celular.
Mantente en contexto
Pongamos el concepto de seguridad de las mujeres en contexto. Al menos el 90% de la violencia de género en todo el mundo es perpetrada por alguien conocido por la víctima. 59% por una pareja íntima. La narrativa del “peligro extraño” de la seguridad personal y la autodefensa ignora el panorama general: como mujeres, no corremos un mayor riesgo en el bosque o en la carretera. De hecho, puede que estemos más seguras allí. A pesar de la narrativa cultural sobre la seguridad personal, y todos los temores y advertencias que compartí anteriormente, viajar sola no es más peligroso que ser mujer en casa, en el trabajo o en una relación. Entonces, si las dudas sobre la seguridad te están frenando, o si tus amigos o familiares cuestionan tus opciones de viaje, puede ser útil considerar que el simple hecho de ser mujer es algo arriesgado.
Quedarte en casa no necesariamente te mantendrá a salvo, y tampoco lo hará permanecer cerca de amigos o personas importantes. A veces, estos pueden, de hecho, representar una amenaza mayor. Así que también podrías salir sola y vivir tu aventura.
(Si deseas profundizar más en este tipo de capacitación, te recomiendo explorar las clases de seguridad personal ESD o IMPACT en tu área).
Sobre la autora
Toby Israel es la fundadora y facilitadora de Mujeres Fuertes Costa Rica. Instructora de defensa personal (Certificación Completa, ESD Global) y maestra de yoga, facilita retiros y talleres para inspirar y transformar a partir de la conexión con nuestra fuerza interior. Vino a Costa Rica en 2017 para sacar su maestría en la Universidad para la Paz. Se quedó por el sol, la papaya y la comunidad.
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