Una pequeña reflexión sobre la representatividad.
Desde niño he amado Disney, los videojuegos, las historias de aventuras; las de superar obstáculos, vencer al/a la villana y obtener un premio muy deseado, un reconocimiento, una validación. Ese “premio” espera al final de la pesadilla de obstáculos, sentada, pasiva…
Espera por mí, su “salvador”, pues mi misión no es otra que obtenerle, que liberarle de la pesadilla en la que se encuentra, pesadilla que de paso, es completamente ajena a ella: no se la buscó, no la pidió, solo “le tocó”.
Es un plot ya muy gastado, muy binario, muy estereotipado: la delicada damisela encerrada en su torre esperando a que la salve su fuerte príncipe.
Siento y pienso, que a estas alturas de la vida, estos roles de género no nos representan (al menos no a todxs).
Por eso me alegró al ver la película animada de Mario Bros y poder disfrutar con mucho gusto de una historia alterna: 2 personajes, un chico y una chica que como pares se embarcan a salvar a un tercero, en este caso, un chico. Porque los chicos también caemos en aprietos que no buscamos o pedimos, no siempre somos el “salvador” de la historia. Peach permanece aún en mi mente, en su motocicleta llena de estilo, como un personaje clave, con decisión y acción. La pasividad quedó en el olvido.
Y entonces eché para atrás a pensar que hace bastante rato se vienen proponiendo otras formas de representatividad en estos contenidos: Valiente no quería seguir al pie lo impuesto por su linaje familiar (Valiente - Disney | Pixar, 2012), Fiona, a pesar de esperar a ser rescatada por su príncipe, no era nada pasiva o indefensa (Shrek - Dreamworks, 2001), Luisa es la hermana fuerte que soporta el peso familiar (Encanto - Disney, 2021).
No hay figuras masculinas que les salven, que se lleven los honores. Ellas son dueñas de su poder. Ellas se salvan solas.
¿Y nos preguntamos si la representatividad importa?
En mi caso personal me hace preguntarme, si de niño hubiese estado expuesto a otras masculinidades, si la propia se hubiese construido de manera diferente. Más honesta con el hombre que soy y cómo me quiero relacionar con las demás personas que me rodean en mi cotidianidad, sabiendo que no tengo que solucionarlo todo, que no estoy encima de nadie, que no tengo que tener la última palabra.
Porque la representatividad SÍ importa, en especial para lxs más chicxs, es una confirmación de que lo que siento es válido, de que como me percibo es posible.
Me alegra mucho saber que las nuevas generaciones (y también los que ya somos adultos) podemos disfrutar de estas nuevas historias, desde otros lugares, con una re lectura. Me alegra mucho en especial para con los niños que componen mi familia y siento gran esperanza de cómo se van construyendo esas versiones de sí mismos en su interior, de la diversidad de”arquetipos” que pueden adoptar en sus vidas y que en el futuro no tengan miedo a “salirse del molde” por que ya no habrá molde del qué salirse.
Cada quién construirá su identidad y su expresión en el mundo como se le antoje.
Si quisiéramos salvarnos, o salvar a alguien, lo haremos en comunidad. Cada quién desde sus fortalezas, sin importar cómo se auto perciba.
Sobre el autor
Iaris acompaña proyectos en los que cree, con la gente que quiere, desde cualquiera de sus saberes. Rodearse de chicas a través de su vida le ha enseñado a valorar la espera, los ciclos, lo profundo e intangible. Con Mujeres Fuertes su labor es el apoyo "tras de cámaras" de manera logística y operativa; sostiene y cuida a la distancia. Es apasionada del baile, del arte y del amor. Actualmente transita un viaje de autodescubrimiento en el Lago Atitlán (Guatemala), de la mano del cacao, el agua y los volcanes.
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